La guerra en Ucrania ha dejado profundas heridas, también en los corazones de las personas. Millones tuvieron que huir, innumerables personas fueron testigos de una violencia increíble. El Ministerio de Sanidad ucraniano estima que casi la mitad de la población sufre las consecuencias psicológicas de la guerra. Sin embargo, para satisfacer esta inmensa necesidad de apoyo psicológico, se necesitan muchos más terapeutas traumatológicos de los que hay disponibles.
Aquí es donde se enmarca un proyecto de cooperación entre KOLPING Ucrania y la Fundación Wings of Hope Alemania: Juntos han formado desde finales de 2023 a 30 profesionales de toda Ucrania en el campo de la psicotraumatología. La formación continua, de dos años de duración y ocho módulos, proporciona a los participantes conocimientos básicos sobre los traumas: cómo se producen, cómo afectan y cómo se puede apoyar a los afectados. El objetivo es utilizar esta cualificación para crear nuevas ofertas de servicios psicosociales para refugiados, niños y jóvenes, personas mayores y personas discapacitados, especialmente también en las instalaciones Kolping del país.
Reconocer y superar los traumas
El proyecto ha llegado a su intermedio. Los participantes ya están aplicando en su trabajo cotidiano gran parte de lo que han aprendido durante el último año. Y sus experiencias demuestran de manera impresionante cuán importante es esto. “Muchos ucranianos y ucranianas, también en las zonas no disputadas del oeste, se ven directamente afectados por la guerra, tanto profesional como privadamente”, dice Vasyl Savka, Director Ejecutivo de KOLPING Ucrania. “Más de 1.000 días de violencia y amenazas, huida, miedo y pérdida han hecho mucho a la gente”. Una logopeda participante informa de que muchos de los niños con los que trabaja experimentan miedo y estrés y empiezan a tartamudear. Muchos adultos también desarrollan depresión o se callan. Como logopeda, quiere aprender a hablar con personas traumatizadas y ayudarles a encontrar un lenguaje propio. Otro participante habla de su trabajo con soldados que tienen dificultades para sentir emociones tras volver del frente. “Tuvieron que aprender a desconectarlas. Pero eso también desconecta las emociones agradables. Es una gran suerte poder sentir y expresar emociones. Mucha gente no puede”.
Esperanza en plena guerra
Los 30 participantes en el seminario se han propuesto ayudar a esas personas a admitir sus sentimientos, darles palabras y procesarlos. Y tras un año de formación continua, se sienten cada vez más preparados para hacerlo. “La formación me ha fortalecido, he ganado confianza en mí misma”, dice uno de los participantes. Otra añade: “He recuperado un poco de esperanza y confianza en el mundo”. Hasta el final de la guerra, y sobre todo después, Ucrania aún tendrá que superar muchos traumas. Cada persona que reciba ayuda será un paso hacia la curación, tanto para los afectados como para la sociedad en su conjunto.