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«La fuerza de la comunidad»

Reflexión en el 1 de Mayo, Festividad de San José Obrero

En estos tiempos de la pandemia mundial del coronavirus se pone de manifiesto de forma dramática cuán necesario es el trabajo remunerado para la supervivencia de la mayoría de las personas. Lo que ya es evidente desde hace mucho en el área del trabajo de cuidados y asistencia se muestra ahora con mayor claridad y de manera dolorosa a la comunidad internacional:  sin trabajo, con frecuencia acecha la muerte.

Los jornaleros carecen de ahorros. Sin trabajo no tienen de qué sobrevivir. Aquellos que trabajan en la economía informal, que en muchos países del Sur Global representan la mayoría de los trabajadores, no están incluidos en medidas de regulación temporal de empleo ni en escudos protectores. Quien como pequeño campesino logra a duras penas dotar a la propia familia de lo más necesario, se encuentra en mejor situación que los sin tierra en las ciudades. Pero también los campesinos se quedan sin mercados y sin ingresos.

Los sistemas de seguridad social en Europa –y en algunos otros países del mundo– que protegen realmente la supervivencia frente a la enfermedad, en la vejez y en el desempleo, se han alcanzado tras muchos esfuerzos, gracias a la lucha de mujeres y hombres que se han unido en comunidades para, de este modo, ser más fuertes.

El Beato Adolfo Kolping dedicó en sus publicaciones espacio a autores que, sobre la base de su fe cristiana, lucharon por asociaciones fuertes y por uniones de trabajadores con el objetivo de protegerse mutuamente. Su obra en sí sigue siendo en la actualidad testimonio vivo de la fuerza de la comunidad y de la unión. Fue también su actuación, junto a la de otros, la que impulsó en 1891 la primera encíclica social (Rerum novarum) de León XIII. En ella, el Papa veía (N.o 36): «Los gremios de artesanos reportaron durante mucho tiempo grandes beneficios a nuestros antepasados. En efecto, no sólo trajeron grandes ventajas para los obreros, sino también a las artes mismas un desarrollo y esplendor atestiguado por numerosos monumentos.» Y también hoy vale lo que el Papa León XIII escribía en las postrimerías del siglo XIX (N.o 37): «La reconocida cortedad de las fuerzas humanas aconseja e impele al hombre a buscarse el apoyo de los demás.»

El 1 de Mayo nos trae a la memoria la fuerza de la unión. No solo la fuerza de los sindicatos, sino la de todas aquellas corporaciones y asociaciones que tienen como objetivo mejorar la vida y el trabajo de las personas. Para Adolfo Kolping, esto supuso una tarea de por vida en la asociación de oficiales artesanos. Para nosotros en las Familias Kolping de todo el mundo, la solidaridad que él nos enseñó sigue representando una misión a cumplir más allá de todas las fronteras nacionales.

Que San José nos acompañe siempre en la realización de esta tarea.

Dr. Markus Demele, Secretario General de KOLPING INTERNATIONAL