¿Pero ya estamos de nuevo en Navidad? Todos conocemos esa sensación: aunque el tiempo nunca es más largo ni más corto, como adultos sentimos que la época de Adviento pasa especialmente rápido, porque en ella pasan tantas cosas.
Pero, más allá de todo, esta sensación repetida tal vez sea aún más intensa este año y se plantea la pregunta angustiante: ¿será otra vez una Navidad como la del año pasado? En cierta medida, cabe temer que así sea, tal vez con algunas leves diferencias.
Lo que seguramente más nos pesa es el hecho de que una y otra vez se proclamen las restricciones de contacto como el recurso que se elige para luchar contra la pandemia.
Pero en el establo de Belén tampoco se trató de una esplendorosa fiesta, sino del nacimiento de un niño en una situación de extrema pobreza, en circunstancias políticas, sociales y económicas muy adversas. Y ahí hubo uno que traspasó una de las restricciones de contacto más grandes que existen: la del contacto entre Dios y los seres humanos. Dios mismo en Jesús, su hijo. Y se lo confió a este mundo miserable. María y José, los pastores, aceptaron y recibieron el regalo en su vida y en sus corazones. Y allí sucedió la Navidad, en medio de la vida pobre y necesitada.
También Adolfo Kolping abrazó esta fe y en la miseria de la situación de los oficiales artesanos vivió la presencia de Dios. Él se tomó a pecho lo que tal vez hoy enunciaríamos de este modo: imitá a Dios, vuélvete humano.
En ese sentido, feliz Navidad y fiel a Kolping
Mons. Christoph Huber, Praeses General
Dr. Markus Demele, Secretario General
Karin Wollgarten, Directora Ejecutiva
