NEWS

Reflexión en el 1 de Mayo

Estimados Hermanos y Hermanas Kolping en todo el mundo:

El 1 de Mayo de 2021 se celebrará el Día del Trabajador ya por segunda vez bajo el signo de la pandemia de la COVID-19. La lucha contra esta crisis se desarrolla de formas muy diferentes en los distintos países del mundo. Pero un fenómeno es común en todos: Quien no dispone de reservas de capital que pueda ir gastando en los tiempos de «lockdown», de toques de queda y de restricciones en las actividades, verá amenazada su existencia y la de su familia. Muchos han agotado entretanto sus reservas, otros piensan con preocupación que hasta cuándo dispondrán aún de recursos.

Esta crisis nos ha hecho ver claramente en todo el mundo: Quien no tiene posibilidad de trabajar, carece de lo imprescindible. Un elemento fundamental en la tradición de nuestra Asociación ha sido siempre abogar por buenas condiciones de trabajo y por la creación de oportunidades de trabajo para las personas. En estos últimos meses ha habido razones fundadas que han impedido ejercer determinadas profesiones. El riesgo de contagiarse que conllevaban era excesivo. Pero eso significa también que todos aquellos que renuncian a ejercer su profesión por el bien de la comunidad han de contar con la solidaridad de esta y recibir la plena cobertura necesaria para su bienestar material. Por ello, y como voz perceptible de la sociedad civil que somos, hemos de implicarnos en todos los países.

Pero también se manifiesta una segunda cosa: Cuando Juan Pablo II escribe en su encíclica «Laborem exercens» (punto 9.°) que el hombre «se hace más hombre» por el trabajo se refiere a que, para muchos de nosotros, el trabajo no representa solo una carga, sino que supone también en gran parte nuestra autorrealización. Es una contribución esencial de la configuración del mundo y, a fin de cuentas, también de la configuración de nuestra propia vida. Allí donde esto no es posible a lo largo de estos meses, donde desaparecen el trabajo en común y el intercambio de ideas y de creatividad, algunas y algunos caen presa de la tristeza o de la soledad. Aprovechemos las opciones digitales y estemos atentos a dónde hay personas que necesitan el intercambio. Especialmente en estos tiempos en que para muchos desaparece el trabajo como elemento que ofrece contactos, tenemos que mantener los ojos abiertos para aquellos que corren peligro de quedarse solos.

Todos juntos esperamos y oramos, también por la intercesión de San José Obrero, para que el mundo del trabajo pronto vuelva a estar abierto a todas las personas, que todas las mujeres y todos los hombres tengan de nuevo la posibilidad de ganarse su sustento en condiciones dignas por la fuerza de sus manos, de sus corazones y de sus mentes. Y a todas las personas jóvenes deseamos que puedan reanudar su formación o sus estudios para que, más tarde, puedan realizar un trabajo que les satisfaga y en el que sientan que «han sido colocados en el lugar en que Dios los necesita» (según Adolfo Kolping).

Un 1 de Mayo pleno de bendiciones y salud les desean

Mons. Ottmar Dillenburg, Praeses General
Dr. Markus Demele, Secretario General
Karin Wollgarten, Directora Ejecutiva