Selva Rani demuestra que incluso una pequeña roca puede provocar una avalancha. Su marido es cerrajero y tiene ingresos muy bajos. Antes de ingresarse en Kolping, Selva cuidaba de los niños. Pero entonces ella llegó a conocer a Kolping y entró a formar parte del grupo de ahorro. Recibió un pequeño préstamo de 70 euros con el cual vendía dulces y frutas frente a una escuela. De esa manera ella pudo alquilar una pequeña tienda dentro de poco. Ahora es la orgullosa dueña de un negocio y gana entre 100 y 130 euros al mes. Así puede alimentar bien a su familia. “Estoy muy agradecida con Kolping porque nos pudimos desarrollar social y económicamente!”

Tan diversa como el propio país es la ayuda que Kolping ofrece junto con las familias locales. Selva Rani es solamente una de las muchas historias de éxito. Trabajamos juntos para que cada vez más Familias Kolping puedan construir su propia existencia.